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Los forrajes en la producción de leche
Los pastos constituyen la fuente más importante y barata para la alimentación del ganado, especialmente cuando se suministran forrajes de buena calidad en cantidades suficientes.
Para producir estos forrajes de una manera eficiente, es necesario tener en cuenta los factores que afectan la producción de los mismos, como la fertilidad de los suelos y los factores climáticos. Por tanto, se hace necesario utilizar los pastos mejor adaptados y de mayor rendimiento para las condiciones de una región determinada.
En términos generales, las especies nativas tienen poca producción y son de baja calidad, pero tienen buena resistencia. En muchas ocasiones, al reemplazar una especie por otra, se obtienen aumentos en la producción de forrajes y, consecuentemente, en la producción ganadera; sin embargo, no siempre se puede recomendar la introducción de un nuevo pasto. La alternativa consiste en mejorar los existentes en la región y las prácticas de manejo, evitando el arado excesivo, la compactación de la tierra y fertilizando y rotando los pastos.
Manejo de pastos y valor nutritivo
Por valor nutritivo se entiende no solo la composición química y la digestibilidad de los forrajes, sino a la naturaleza de los productos digeridos. Esto depende de la especie o variedad sembrada, de la fertilidad de los suelos y del estado fisiológico en que se utilizan las plantas.
“Todo buen productor de hatos lecheros debe ser primero un buen agricultor”.
El valor nutritivo de los forrajes puede ser aumentado por:
— asociación de gramíneas con leguminosas;
— uso de suplementos;
— buen manejo de las praderas.
Asociación de gramíneas con leguminosas
Las leguminosas tienen mayor contenido de proteína, calcio y fósforo que las gramíneas; además, tienen la habilidad de fijar nitrógeno en el suelo.
GRAMÍNEAS
Las gramíneas que pueden suministrar harina se llaman cereales, como el arroz, el trigo, el maíz, la avena, el centeno y la cebada.
LEGUMINOSAS
Las leguminosas son plantas herbáceas cultivadas que son muy importantes para la alimentación del hombre, así como del ganado. Las leguminosas tienen la capacidad de capturar nitrógeno de la atmósfera y, por medio de bacterias del género Rhizobium, que se encuentra en sus raíces, lo ingresan al suelo. Ejemplos: Alfalfa, soya, lenteja, haba, guisante, frijol, garbanzo.
Suplementación
Cuando se utilizan forrajes de bajo valor nutritivo, el suministro de concentrados es aditivo, en el sentido de que existe una respuesta más o menos lineal en la producción de leche; pero, cuando se suministran forrajes de buena calidad, el efecto del concentrado es sustitutivo, ya que el animal reduce el consumo de materia seca proveniente del pasto y la reemplaza con la proveniente del concentrado.
Con forraje de baja calidad, la suplementación debe hacerse con un concentrado proteico y energético al mismo tiempo; en tanto que los forrajes de buena calidad deben suplementarse con un concentrado energético.
Ensilado de avena.
Manejo de praderas
Las prácticas de manejo son las que producen los efectos más importantes en la calidad del forraje. El valor nutritivo y la digestibilidad de los forrajes disminuyen a medida que estos maduran, ya que en este estado aumenta el contenido de fibra lignina que hace parte de la ración menos digestible.
La digestibilidad de la materia seca de las leguminosas, tanto de áreas templadas como tropicales, disminuye en 0,1 % cada día. Para las gramíneas tropicales, el descenso es del 0,7 % por día y para gramíneas de áreas templadas es de 0,5 % en el mismo lapso; ésta es una de las razones por las cuales el valor nutritivo de las leguminosas se mantiene por más tiempo.
Normalmente, al reducirse la digestibilidad se reduce el consumo de forraje y, por eso, se observa que los pastos maduros son consumidos con menos avidez por el ganado. En las leguminosas, la reducción del consumo con la edad es menor.
Los niveles de proteína bruta requeridos en una gramínea antes de su consumo por el ganado, para que no haya deficiencia de nitrógeno, se ha estimado en 13,5 % aproximadamente. Los pastos tropicales en estado de maduración se encuentran por debajo de este valor, al igual que los pastos tienen cuando el suelo es deficiente en materia orgánica o cuando no se ha fertilizado con nitrógeno.
Las aplicaciones de nitrógeno a niveles económicos resulta en un aumento de la proteína cruda y, por tanto, en el consumo de los animales. Cuando se utiliza la alternativa de incorporar 10 % de leguminosas, se pueden obtener incrementos del consumo del forraje de hasta un 50 % e, igualmente, se logran aumentos de la producción por animal. Esto puede ser debido a la adición de nitrógeno en el pasto, al incremento del valor nutritivo del forraje o a la mayor disponibilidad de materia seca por el animal.
Bolivia cuenta con zonas aptas para la producción de leche, con razas especializadas bien adaptadas y con animales seleccionados de alta producción, pero con un deficiente manejo de pastos y animales en la mayor parte de las explotaciones. Debido a que se tienen animales subalimentados produciendo por debajo de su capacidad genética o se están suministrando grandes cantidades de concentrados y, en este caso, la producción de leche resulta antieconómica.
En muchos países, se ha comprobado que los pastos bien manejados pueden llegar a producir casi la totalidad de los nutrientes necesarios para mantener una adecuada producción de leche; bajo nuestras condiciones, es posible obtener la mayor parte de los nutrientes de los pastos y rebajar los altos niveles de concentrados que se han venido utilizando.
Hasta el momento se han realizado ensayos en las principales zonas del país, especialmente en regiones de clima templado, consideradas tradicionalmente como zonas especializadas para la producción de leche.
Producción en clima templado y en el altiplano
El clima templado es el más apropiado para la producción intensiva de leche. Allí las razas especializadas se adaptan muy bien a las praderas, que cuando son bien manejadas, producen cantidades abundantes de forrajes de buena calidad.
En el altiplano se realizó un ensayo suministrando diferentes niveles de concentrado a vacas en producción que pastorearon praderas de alfalfa mezclada con pasto ovillo. El ensayo se inicio cuando las vacas tenían 60 días de lactancia: el concentrado fue suministrado al tiempo del ordeño y constaba de maíz molido, torta de soya, afrecho de trigo, conchilla, una mezcla mineral y sal. Después de cada ordeño las vacas consumieron ensilaje a voluntad.
Las vacas fueron separadas de acuerdo con su habilidad para producir leche en grupos de alta, mediana y baja producción y se les asignaron tres niveles de concentrado. Los animales respondieron de acuerdo con su habilidad para la producción y con los niveles de concentrado asignados.
Aquellas que recibieron alimento a voluntad, lo consumieron de acuerdo con su capacidad productiva: en este grupo se observaron los mayores aumentos de peso; sin embargo, estos aumentos no correspondieron con mayores producciones.
Los resultados parecen indicar que las vacas de alta producción deben recibir concentrado, además del forraje necesariamente. También demuestran que es posible obtener buenos resultados, tanto en climas templados como en el Altiplano boliviano.
Conservación de los forrajes
La demanda continua de leche por parte del consumidor durante todo el año exige cantidades que satisfagan estos requerimientos. Para lograr una producción estable de leche, se debe proveer a las vacas forraje abundante en forma permanente y no sujetar el suministro a variaciones estacionales, normalmente, ocasionadas por las lluvias que determinan el crecimiento del forraje. Por consiguiente, debe almacenarse forraje en las épocas de abundancia para suministrarlo en las de escasez (heno y ensilaje).
Los altos costos de la tierra en las zonas dedicadas a la explotación lechera y su relativa escasez, la cercanía de los centros de consumo y el rápido crecimiento de la población obligan a usar más eficientemente la misma, para así lograr producir más en menos espacio y conseguir mayor rentabilidad sobre la inversión realizada. El cultivo de forraje con una alta producción de materia verde, para ser utilizado como alimento fresco o almacenado como heno o ensilaje, es uno de los medios para lograr ese objetivo.
Los principales sistemas de conservación
de los forrajes son:
ensilaje,
henificación,
deshidratación.
El ensilaje es el proceso de conservar forraje o pasto verde suculento.
Ensilaje y silos
El ensilaje es un método de conservación de productos agrícolas destinados al consumo humano o al de los animales, que consiste en colocarlos en depósitos construidos para tal fin llamados silos; los cuales deben operarse de tal manera que la conservación sea lo más perfecta posible, para evitar que se produzcan pérdidas de forraje, de pasto y de alimentos esenciales.
VENTAJAS DEL ENSILAJE
El ensilaje suministra forraje suculento, de buena calidad y uniforme durante todo el año.
Es el método más práctico para conservar el valor nutritivo del forraje.
Permite utilizar el forraje sobrante.
Se requiere menos espacio para almacenarlo.
Hay diferentes tipos de equipo para prepararlo.
TIPOS DE SILOS
Según su posición se clasifican en:
— silos verticales (torres);
— silos horizontales (trinchera, bunker, montón).
Según su durabilidad se clasifican en:
— silos permanentes (torres, trincheras, bunker);
— silos temporales (montón).
Los silos de torre son bastante eficientes, pero costosos; además de requerir maquinaria especial para su llenado. Los de trinchera, bunker y montón son de construcción más barata, se cargan y descargan fácilmente usando maquinaria variada y pueden ser útiles en cualquier explotación, independientemente del tamaño de la misma.
Los silos trinchera se construyen en la ladera de una colina, con piso y paredes sin revestir o revestidos con madera, ladrillo o concreto.
Los silos bunker se construyen sobre el suelo, con paredes laterales ligeramente inclinadas, el material se amontona en capas sobre el piso y se tapa con plástico o tierra.
LOCALIZACIÓN DEL SILO
Debido a que el ensilaje despide olores poco agradables, se debe evitar construirlo cerca de las habitaciones o sitios de ordeño. Pero debe quedar próximo del lugar donde se lo suministra al ganado, pues hay que considerar la distancia y el tiempo de transporte.
CAPACIDAD DE LOS SILOS
La capacidad de los silos se determina según el volumen del silo y el peso del forraje ensilado. Para determinar el volumen de los silos se aplican las siguientes fórmulas:
El peso del material ensilado depende de la clase de forraje, del tamaño de corte, del estado de madurez y del contenido de humedad en el momento del corte. También depende de la altura del silo y del grado de apisonamiento. En general, se aceptan 664 kg como peso medio de un metro cúbico de ensilaje en el silo de torre y 510 kg para los silos horizontales.
El consumo diario aproximado de ensilaje por los bovinos de razas lecheras, según su edad y estado productivos es de:
Teniendo en cuenta los anteriores consumos, se pueden hacer cálculos del área a sembrar y del tipo de forraje a emplear, de acuerdo con el número de animales existentes en la explotación y el tiempo durante el cual se van a alimentar con ensilaje.
Por ejemplo, para calcular la cantidad de ensilaje necesario para alimentar durante cuatro meses a 35 vacas de ordeño, 5 vacas secas y 25 vaquillas con avena forrajera, que produce alrededor de 35 toneladas de forraje verde por hectárea. Vea la siguiente tabla:
CANTIDAD DE ENSILAJE NECESARIO PARA ALIMENTAR DURANTE 4 MESES A 35 VACAS DE ORDEÑO, 5 VACAS SECAS Y 25 VAQUILLAS.
Se necesitan en total 335 toneladas de avena forrajera para alimentar los 65 animales durante 4 meses, como cada hectárea produce 35 toneladas de forraje es necesario sembrar 10 hectáreas para llenar las necesidades de consumo.
PROCESO DE ENSILAJE
Debe considerarse los siguientes aspectos:
el tipo de forraje, corte y humedad del mismo;
el llenado y apisonado;
los preservantes;
la cobertura;
la fermentación;
las pérdidas y la calidad del ensilaje.
Pueden ensilarse las gramíneas utilizadas para pastoreo y las gramíneas de corte.
A mayor abundancia de hojas en el forraje, hay mayor calidad del ensilaje y mejor aceptación por el ganado.
Para lograr un buen ensilaje, los forrajes deben cosecharse temprano, antes de su maduración o cuando los granos se encuentren en estado lechoso. De esta forma, se logra una mayor cantidad de materia seca de máxima digestibilidad y gustosidad.
La humedad del forraje es muy importante para obtener un buen ensilaje. El forraje ensilado con mucha humedad aumenta las pérdidas por los jugos exprimidos que producen una fermentación inadecuada. El silo de forraje poco húmedo resulta recalentado, mohoso y de bajo nivel nutritivo. Para casi todos los forrajes se considera una humedad de 55 al 65 % como óptima para ensilar. La humedad se puede determinar en el campo en el momento de la operación tomando un puñado de forraje picado y apretándolo durante un minuto. El tipo de bola que se forma orienta al respecto. La humedad podrá variar entre 55 y 85 %.
Un fino corte del pasto permitirá una buena expulsión de aire y, por tanto, una buena calidad del producto final.
Para llenar los silos de torre se necesita de un elevador de forraje. En los silos construidos a nivel del suelo, el forraje cosechado y picado se vacía directamente al piso del silo o sobre las capas del material ya apisonado.
El material debe repartirse en capas uniformes a medida que se esté descargando, sin esperar volúmenes muy grandes para apisonarlo; pues así se dificulta la buena compactación y la expulsión de aire de la masa ensilada. El apisonamiento es esencial para lograr una buena fermentación y se puede realizar mediante tractor, yuntas de bueyes, caballos, obreros, etc.
Los aditivos y preservantes se agregan con el objeto de aumentar la fuente de carbohidratos, para corregir la excesiva humedad del forraje, para prevenir las fermentaciones indeseables y para aumentar la palatabilidad. Los más utilizados son la melaza de caña y los granos de cereales molidos.
El uso de preservantes es menos frecuente. En algunos casos se utilizan ácidos orgánicos. La adición de ácido fórmico mejora la palatabilidad y, por ende, el consumo del ensilado.
El ensilaje de buena calidad tendrá olor y sabor agradable, color natural de forraje verde ligeramente amarillento, ausencia de olor putrefacto y presencia de hongos. Un ensilaje de mala calidad es de color pardo oscuro o negro con manchas de moho, mal olor picante, de aspecto mucilaginoso y poco palatable, además su valor nutritivo es muy bajo.
El ensilaje se puede suministrar en corrales como único alimento o en comederos en los potreros como suplemento.
UN ENSILAJE DE BUENA CALIDAD TIENE UN OLOR AGRADABLE Y UN COLOR CARACTERÍSTICO.
Henificación
Consiste en reducir la humedad de los forrajes en estado fresco de un 80 % a un 20 o 15 %, mediante la deshidratación por acción del sol o por medios artificiales para evitar que se deterioren. Los resultados que se pueden obtener dependen en gran parte de las condiciones climáticas, por lo cual, los mejores henos se pueden obtener en regiones de clima cálido y humedad relativamente baja y en regiones de clima frió, si la labor se realiza en época seca.
Hay dos formas de secar el forraje:
Por un medio natural, en el cual se deja expuesto al sol y al viento.
Por un medio artificial, utilizando un desecador con corriente de aire caliente o frío.
El procedimiento para la henificación consiste en realizar el corte de los forrajes (básicamente los de pastoreo) por medio de una cosechadora de forrajes y dejarlo esparcido en hileras sobre la superficie del potrero, expuesto a la acción de los rayos del sol para su desecación: proceso que conviene acelerar al máximo con el objetivo de reducir pérdidas de principio nutritivo, las cuales serán mayores a medida que se alargue tal periodo. Mientras menor sea el tiempo de permanencia en el campo, menor será el peligro de pérdida por lluvia y exposición a la intemperie.
La velocidad de la desecación se acelera volteando repetidamente el forraje, de manera que las diferentes capas reciban los rayos solares, lo cual puede hacerse manual o mecánicamente.
Para empacar el heno se embala a presión en pacas, lo cual facilita su movilización y almacenamiento.
El contenido de humedad del heno en el momento de recogerlo o empacarlo depende del proceso a que se lo someterá inmediatamente, si se empaca sin que haya que someterlo a una curación posterior. Su contenido de humedad debe ser del 20 % o menor, para evitar alteraciones en los heniles. No existe un método rápido para determinar el grado de humedad del heno y, por consiguiente, una práctica es juzgar por el tacto: si el heno es quebradizo, entonces su contenido acuoso es inferior al 20 %.
El factor que más incide en la calidad del forraje es la etapa de crecimiento fisiológico de la planta en el momento de cortarla. De acuerdo con el grado de maduración de la planta, su contenido de lignina y membrana celular aumenta y, por lo tanto, disminuye su digestibilidad. Los forrajes cortados oportunamente presentan mayor consumo voluntario por parte del vacuno lechero.
El heno preparado con forraje maduro, además de ser menos digestible, es menos consumido.
Para obtener buenos resultados con la henificación se precisa sincronizar el uso del equipo con un pronóstico favorable del clima. Los mejores resultados se pueden obtener con las cosechas poco densas, pues en condiciones de tiempo favorables la desecación puede ser bastante rápida.
Al comparar el valor nutritivo de los ensilajes con el de los henos, se debe tener en cuenta que los porcentajes de materia seca digestible y energía de los forrajes cosechados en la misma época y procedentes del mismo potrero, sean aproximadamente iguales; independientemente del método de recolección.
La velocidad de la desecación se acelera volteando repetidamente el forraje, de manera que las diferentes capas reciban los rayos solares, lo cual puede hacerse manual o mecánicamente.
LA HUMEDAD RECOMENDABLE PARA EL HENO ES DE ENTRE EL 15 y el 20 %.
Deshidratación
El forraje deshidratado se obtiene cuando se lo hace pasar por un sistema que le proporciona aire caliente o frío hasta su desecación, luego se lo muele y se lo empaca o se lo granula para facilitar su manejo o suministro. De los tres sistemas, éste es el que mejor pues conserva la calidad del forraje.
La cantidad de forraje por almacenar depende del número de animales en la explotación, de la cantidad consumida por estos diariamente, del tipo de explotación y del tiempo durante al cual se les vaya a suministrar. El área por sembrar depende del tipo de forraje, del rendimiento y de su manejo.
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